lunes, 10 de diciembre de 2012


Articulo 1
Fabiola Molina
Educación Diferencial 2010


Relación familia – escuela                 

Referente a este artículo concuerdo en que debe haber un trabajo en conjunto entre la familia y la escuela, para que así el desarrollo integral y académico del alumno sea lo más exitoso posible.

Es real que la familia no puede delegar toda la responsabilidad educativa a la escuela, ya que ellos tienen la obligación de involucrarse en este proceso enseñando valores, deberes, normas de convivencia, responsabilidad y por sobre todo brindarles amor, pero tampoco la escuela debe delegar todo la responsabilidad a la familia ya que, ella tiene la responsabilidad de continuar la labor desarrollada en el hogar, además de velar por el buen desarrollo académico de todos sus alumnos teniendo en cuenta el contexto en el cual se desarrolla y también sus características personales para aprender, es decir conocer los diferentes estilos de aprendizaje o planificar la clase para favorecer todos los estilos.

Conocer el estilo de aprendizaje  y el contexto de cada alumno es fundamental para poder comprenderlo mejor, ayudarle en alguna situación determinada y establecer un modelo educativo teniendo en cuenta las condiciones personales e historia familiar.

El apoyo de la familia es clave para que el alumno se sienta motivado por aprender, ya que el al ver interés y expectativas positivas sobre su proceso de enseñanza – aprendizaje tendrá mejores resultados, ya que esto influye en su autoestima y disposición frente a su desempeño escolar.

La imagen que la familia tenga y haga ver al niño de la escuela es importante, ya que si el niño ve que la familia no le da importancia  a la escuela y a las responsabilidades que tiene como estudiante, el alumno no se esforzara ni se dará el trabajo de cumplir con sus deberes académicos. Por esto la familia debe dar un lugar primordial a la escuela y los deberes que se deben cumplir con esta.

La tarea de la familia en el proceso educativo no solo se debe dar en el hogar, sino que también esta debe involucrarse en el establecimiento al cual asiste el estudiante para saber su funcionamiento, metodologías y para tener relación con el equipo de docentes y todos aquellos funcionarios que tienen contacto con el alumno, esto además de servir para saber el desempeño escolar es también para saber si el colegio es acorde a las costumbres, creencias y forma de vida de la familia.


 

RELACION FAMILIA – ESCUELA

 

Por: Carola Pozo Cortez

Los principales agentes educadores de los hijos son la familia y el colegio. Ambos deben ir en la misma dirección, compartir una filosofía similar y ser coherentes con lo que se enseña en cada escenario. El colegio debe reafirmar lo que se aprende en casa y viceversa. Es por eso, que es tan importante que los padres se sientan identificados con el colegio, ya que tienen un proyecto común de educación.

El colegio no suple a la familia

Los padres no deben dejarle todo el esfuerzo a la escuela. Ambos tienen sus funciones delimitadas y el colegio nunca podrá llenar el vacío que deja la familia, pues es ella la primordial fuente de amor y educación de los hijos. El colegio es quien continúa la labor desarrollada en el hogar, es el apoyo de los padres y es quien ratifica lo que allí se enseña.

Traemos a colación un extracto del artículo de Virginia Uribe de sontushijos.com: “La educación en su sentido más amplio se recibe en casa y es responsabilidad de los padres. Aun cuando el sistema educativo sea el óptimo para la formación académica del niño, al colegio no se le puede pedir más de lo que pueda dar. Las formas de analizar el mundo y comportarse, las normas de convivencia, urbanidad y buenos modales, los valores morales y los principios básicos como persona, sólo pueden aportarlos los padres” (Dr. Kovacs).

Coherencia de vida

Cuando hablamos de formación, debemos percatarnos de transmitir un ideario coherente y unos mismos valores. Es así como escuela y familia se convierten en aliados. Ambas partes deben coincidir frente a los principales campos de la formación integral: el campo material, el campo intelectual, el campo humano y el campo espiritual.

“Estos campos no podemos verlos nunca como entes aislados. Los niños en ningún tema que incumba a su educación, pueden tener dos puntos de vista o dos fuentes de información diferentes. Al elegir el colegio tendremos que tener siempre en cuenta y por encima de todo, nuestras costumbres, nuestra forma de pensar y en definitiva lo más importante, nuestro estilo y formas de vida. Y cuando en algún tema esto no se cumpla, habrá que poner en la balanza para saber en conciencia que es lo que conviene a nuestros hijos”. Virginia Uribe de sontushijos.com.

Desde la óptica del colegio

Para la escuela es fundamental conocer el entorno familiar en donde se desarrolla el niño o el joven, con el fin de comprenderlo mejor, ayudarle en algún momento determinado, y establecer un modelo educativo teniendo en cuenta las condiciones personales e historia familiar.

Igualmente, para el colegio es dificultoso llevar a cabo su labor, cuando en casa desautorizan al chico o lo excusan por no haber hecho una tarea, o no haber asistido a clase sin alguna causa justificada. Por ende, los padres también deben convertirse en el soporte de la escuela y estar en la misma sintonía.

Desde la óptica de la familia
Como sabemos, los padres son el principal ejemplo de sus hijos. Si los chicos observan que en casa hay una actitud abierta y una relación recíproca con el colegio, ellos se harán conscientes de que ambos conforman un equipo que tiene como objetivo principal su bienestar e integral educación.

Por eso es importante que los padres participen en las diferentes actividades programadas por la escuela, tengan contacto con los profesores, conozcan a los compañeros de sus hijos y a sus familias, apoyen a la escuela en algún comité, acudan al colegio cuando tengan dudas, preocupaciones o quejas.

También es importante que los padres se refieran al colegio en términos positivos y muestren una actitud alentadora hacia los hijos. Es muy difícil exigirles que quieran el colegio cuando como padres expresamos totalmente lo contrario.

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